“Esto es una granadilla”. Luis Carlos Barragán Castro se?ala la pantalla. El fruto luce como una naranja, pero en su interior tiene semillas verdes adentro de peque?as bolsas, todas enganchadas a las paredes mediante unos bracitos blancos. “Esta es una flor de maracuyá”. Ahora vemos la foto de una pasionaria, o passiflora edulis, completamente diferente a los emojis de flores que ofrece WhatsApp: los pétalos son cabellos que pasan de violeta a canoso y del centro parecen brotar hongos. “Siento que hay un misterio detrás. Y lo mismo sucede con otras cosas”. Ahora hay un brócoli romanesco, el ejemplo perfecto de la geometría fractal; Giuseppe Gioacchino Belli decía que era un poema. “Miren esto, se llama bismuto, es un mineral: su mera existencia ya me parece un misterio”.
En la biblioteca del Malba habrá unas veinte personas. El escritor colombiano, autor del libro de cuentos Parásitos perfectos que acaba de editar Caja Negra, se pregunta qué es el New Weird y, más precisamente, el New Weird latinoamericano. Este taller forma parte del Filba. Todavía no son las doce del mediodía; es jueves. En la sala hay gente joven, gente grande; algunos toman apuntes, otros sacan fotos a la pantalla. Al día siguiente, en este mismo lugar, Barragán Castro participará de un panel titulado “Tan extra?o como la ficción”, y el sábado de una “entrevista freak” donde Mallory Craig-Kuhn y Nadia Rivero le harán preguntas como “?De qué planeta viniste, Barragán?” Pero ahora seguimos enfrascados en las imágenes. “Estos son mocárabes en una tumba en Natanz, Irán, en el 1300″.
Lovecraft en el origen
“Esta presentación será sobre un nuevo tipo de literatura, tal vez, o algo que está sucediendo en la literatura latinoamericana. Bueno, yo soy un escritor de ciencia ficción, pero cuando comencé a escribir, cuando comencé a publicar, alguien dijo que lo que escribí era New Weird y yo no sabía qué era. Es muy raro que la gente diga que yo escribo algo que no conozco”. Así empieza el taller. Barragán Castro nació en Bogotá, Colombia; tiene 36 a?os. Antes de su libro de cuentos publicó tres novelas: Vagabunda Bogotá, El gusano y Tierra contrafuturo. Cuando indagó sobre aquel término supo que había algo antes del New Weird que era el Weird, a secas. Empezó a investigar y se encontró con una conjunción de ideas y estéticas familiares. “Tal vez sí encajo...”
Hay suficiente consenso para decir que el Weird —en inglés se usa el término weird fiction— empezó con H. P. Lovecraft. O al menos este escritor estadounidense que vivió entre 1890 y 1937, el creador de los ya clásicos Mitos de Cthulhu, es la figura que mejor define a este ?género?, ?subgénero?, ?movimiento?, ?estética? “A esta charla siempre hay que iniciarla con Lovecraft, porque su trabajo es necesariamente un espacio híbrido entre el terror y la ciencia ficción y la fantasía en el que, como ustedes saben, hay una especie de mitología con unos monstruos alienígenas gigantes que, cuando entran en contacto con los humanos, la gente enloquece porque están en contacto con algo que es indescriptible, inefable, más allá de las palabras”, dice Barragán Castro.
Muchas de las historias de Lovecraft aparecieron en la revista pulp Weird Tales, que se editó en Estados Unidos entre marzo de 1923 y septiembre de 1954. “Había una especie de agotamiento del terror que existía antes. De hecho, Lovecraft tiene un ensayo que se llama El horror sobrenatural en la literatura en el que habla hace como un estudio muy profundo del terror gótico y este terror de los castillos y los fantasmas y los monstruos tipo 顿谤á肠耻濒补. Y de alguna forma termina diciendo que es un terror que está agotado. Pero lo que él propone es totalmente novedoso, porque lo está mezclando con ideas científicas. De hecho, muchos de sus cuentos comienzan como un ensayo de un científico que descubre una cosa, lo mezcla con antropología y termina siendo un monstruo gigante que es incomprensible”.
La modernidad cancelada
A partir del a?o 2000 se produce un rescate de Lovecraft. No sólo de su literatura, sino de su propuesta estética para pensar el futuro por fuera de “modernidad representada por los 厂耻辫别谤蝉ó苍颈肠辞蝉, que aparece cancelada. Todo lo que nos promete la ciencia y la tecnología, que será como tener una robotina y carros que vuelan, nunca se completa. Eso es la posmodernidad: el capitalismo convertido en el tecnocapitalismo que lo destruye todo. Entonces, si ya no podemos imaginar un futuro al estilo de los 厂耻辫别谤蝉ó苍颈肠辞蝉, porque esta modernidad ha sido cancelada, igual que la modernidad del comunismo, lo único que podemos producir es lo raro, la fascinación por lo desconocido, lo inentendible, lo que se contagia, lo que se transforma al contacto, lo poshumano”.
En esos términos lo piensa Mark Fisher en The Weird and the Eerie, publicado en 2016. De pronto una estética puede volverse una cosmovisión. Y ahí, en simultáneo, nace el New Weird, término creado por John Harrison para definir a la literatura de China Miéville o Jeff VanderMeer, entre otros. “Hay un problema con la traducción: no es solamente lo espeluznante, sino también lo inquietante, lo misterioso. Ahí aparece también este concepto de lo liminal: un espacio entre un estado y otro. Un ritual de paso, por ejemplo, entre ser adolescente y adulto. Está entre esto y esto, como una puerta. Y también ocurre cuando tenemos una situación normal y se introduce algo anormal, como si tuviéramos una nube con tentáculos. Como si ahora ustedes cierran los ojos y cuando los abren están solos”.
“Todo esto se puede resumir en esta idea de entender o no entender, el límite entre lo que se puede entender completamente y lo que no, lo que se puede controlar y lo que no se puede controlar. El contacto de lo oculto, lo que está más allá de lo visible, de lo entendible. Hasta donde podemos, con nuestra imaginación, construir el mundo, hasta donde podemos llegar. Muchos de estos cuentos y novelas hablan del contacto con lo inentendible y ese contacto nos transforma y nos enloquece porque somos incapaces de procesar esa cantidad de información. Lo religioso antes podría funcionar con esta lógica. Nadie puede escuchar la voz de Dios y sobrevivir porque es demasiado para entenderlo”, dice el escritor. Se trata de “buscar sentido en el caos del capitalismo tardío”.
Parásitos perfectos
Parásitos perfectos es una colección de trece cuentos que se publicó originalmente en 2021 por el sello colombiano Ediciones Vestigio y que este a?o la editorial argentina Caja Negra reeditó. En principio, a simple vista, son relatos de ciencia ficción. Tenemos futuros distópicos por todos lados que pintan panoramas enardecidos al calor de avances científicos extraordinarios. Pero si empezamos a hilar fino, también tenemos fantasía: hay criaturas extra?as —los crustáceos aparecen de forma recurrente: pueden ser gigantescos transportistas o artefactos neuronales que se sujetan al ano— y ocurre eso que refería Guy de Maupassant: lo maravilloso y lo insólito se tocan. Y además, por supuesto, hay terror: los escenarios son asfixiantes, y sus personajes, si no están muertos de miedo, deberían.
Lo extra?o, lo espeluznante y lo inquietante está en la obsesión que empieza a tener el protagonista de “Maschalagnia” por “la línea de pelos que crecía en la axila derecha de un adolescente”. O el caso de Julián en “La cara”: perdió el rostro en la guerra, le hicieron un implante facial con “partes seleccionadas de cientos de insectos” y ahora puede comunicar con su cara sensaciones muy precisas como “lo que era estar desnudo en mi habitación, tener frío y un poco de inseguridad por culpa de sus cicatrices” o expresar “con precisión el olor que dejaban los casquillos de bala después de disparar”. O el cuento homónimo, donde hay penes que bajo su prepucio guardan “un pu?ado de parásitos fotosensibles”. Cada relato está ilustrado por el propio Barragán Castro.
Posthumano, queer, latinoamericano
Entre Lovecraft y la actualidad, dice, se produjo una ola de ciencia ficción muy influyente que estaba muy preocupada por el concepto de realidad: Philip K. Dick, Ursula Le Guin, J. G. Ballard, Stanislaw Lem. “Todavía hoy tenemos muchos autores de ese raro extra?o. Yo les recomiendo también mucho un libro de Mircea Cartarescu, que ya es contemporáneo, Selenoid”. Esa estética se renovó a la luz de la nueva época y produjo nuevas perspectivas. Sobre todo en 础尘é谤颈肠补 Latina, de la mano de autores que Barragán Castro enumera: el uruguayo Ramiro Sanchiz, la colombiana Karen Andrea Reyes, el chileno Simón López Trujillo, la mexicana Gabriela Damián, los argentinos Martín Felipe Castagnet y Juan Mattio y los bolivianos Maximiliano Barrientos y Edmundo Paz Soldán, entre otros.
“Las características del Weird son lo inclasificable, lo liminal, lo interseccional: lo que está en el medio, lo que no puede ser fantasía, terror ni ciencia ficción. La fascinación con lo desconocido, lo inentendible, lo que se transforma al contacto de otra cosa, lo posthumano, todo en esta idea de que es una frontera borrosa entre géneros”, sostiene Barragán Castro y ve que el concepto de queer está “emparentado”: “Lo queer es una categoría que está fuera de las categorías. No es exactamente gay o lesbiana o transgénero, es una categoría que te permite no describirlo. Además es activismo, visibilización. No todo el mundo necesariamente va a querer identificarse como una cosa o la otra. Sería el Weird en términos de género literario: no me quiero identificar con estos géneros. Es un concepto empático”.
Entonces aparece el New Weird. Acá el autor, aunque todos lo encolumnan detrás del movimiento, duda. “Claire Mercier, la académica francesa, dice que no existe. Y yo diría que no existe como una categoría diferente a la ciencia ficción y al terror y a la fantasía. Porque yo siento que eso ya lo tiene alguien. Esas son muy grandes, nos abarcan muchísimo. Yo siento que el New Weird comparte las mismas características del Weird. Y de repente aparece esta nueva categoría del New Weird latinoamericano. ?Es el lugar? ?Es una generación? En prinicipio, nos conocemos, muchos somos publicados por los mismos sellos, que casi siempre son Independientes. Los latinoamericanos somos raros. Por eso nos ponen en categoría. Posiblemente sea eso”, dijo y dejó caer una risotada.