Excéntrico e inigualable, a Diego Maradona siempre se le conoció su gusto particular por los automóviles. Desde su primer 0KM –un Fiat 128– o un Porsche usado, hasta un Mercedes-Benz 500 SLC rojo que le regalaron los fanáticos de Argentinos Juniors cuando se despidió del club de La Paternal para ponerse la azul y oro de Boca. Una vez que llegó a territorio italiano, Maradona adquirió la famosa Ferrari Testarossa. Pero antes de despedirse de Nápoles para irse a disputar el Mundial 86 que lo elevó al firmamento del fútbol, Pelusa le dejó un recado Guillermo Coppola, su histórico mánager, de renovada fama por estos días a partir del éxito de su serie en Star+.
Antes de subirse al avión y vestirse de celeste y blanco para jugar su segunda Copa del Mundo, Diego le pidió a su representante que sume una segunda Ferrari a su flota. Pero con una condición: tenía que ser negra. Todavía en aquella época, todos los coches de la icónica marca con sede en Maranello eran rojos, así que el apoderado del ex futbolista tuvo que ponerse en contacto con uno de los hombres más reconocidos en la historia del automovilismo mundial.
Gracias a los contactos de Coppola en Italia, logró una reunión con el mismísimo Enzo Ferrari, fundador de la escudería. Guille viajó de Milán a Monza y se juntó con el histórico empresario. Una vez que sellaron el acuerdo por una suma cercana a los 500.000 dólares, el amigo de la familia Maradona se acordó del detalle que le había pedido el jugador. ?Cuál fue la respuesta del creador de la marca italiana?
“?Negra? ?No existe de color negra! ?Mis Ferraris no pueden ser de un color que no sea rojo!”, le dijo Enzo a Coppola, que luego de unos segundos de analizar el pedido, encontró la solución. Envío la nueva Testarossa a Nápoles y le encargó a Pepe, el mejor pintor de autos de la ciudad, que cumpliera con la expresa solicitud de Maradona.
Al poco tiempo, ya con Diego consagrado como el mejor del mundo después del gol a los ingleses y tras el triunfo de la Argentina en la final ante la Alemania de Franz Beckenbauer, el propio Coppola regresó a Italia unos días antes de que lo hicieran Maradona y su familia. En la previa a que el futbolista aterrizara en el aeropuerto de Nápoles, su apoderado instaló la flamante Ferrari negra en la pista para que el nuevo auto fuera lo primero que Diego viera al bajarse del avión privado.
Mientras esperaban al vuelo desde Roma, Guillermo estaba acompa?ado por el presidente del Napoli, Corrado Ferlaino, que se sorprendió gratamente cuando alcanzó a ver el nuevo automóvil propiedad de su máxima estrella. “Qué buena máquina”, le dijo el titular del club a Coppola, que aprovechó la situación para sacar rédito y le “惫别苍诲颈ó” la Ferrari para que este se la regalara a Diego, que no le tenía mucha estima.
?Cuánto terminó pagando el presidente por la Testarossa de color negro? “'?Cuánto cuesta?', me dijo Ferlaino. ’870 mil', le dije. ‘La pagaré por una cuestión de honor’”. Ahí fue cuando, después de intentar sellar el acuerdo, finalmente el mánager y el capo del Nápoli se dieron la mano pero no por la suma inicial. Cóppola le terminó cobrando otros 130.000 dólares por el trabajo de pintura que le hicieron a la Ferrari, según él mismo relató.
Con el coche listo y el arreglo confirmado, Maradona bajó las escaleras y lo primero que vio fue que aquel pedido estaba cumplido. “Se abre la puerta del avión, Diego la ve, se tira de paloma. ‘?No, Guille, no!’, ‘?No, Guille no, Corrado! ?Te la acaba de regalar el presidente!’, ‘?Caro presidente!’. Maradona abrazó y besó a Corrado. ‘?Qué grande, presidente! ?La máquina que yo quería!’”, recordó Coppola sobre la primera reacción de un Maradona al que no le entraba la felicidad en el cuerpo por tener el auto que tanto quería. Y del color que él quería, único en todo el mundo.
Ya con la Ferrari en su poder, Diego invitó a Coppola a subirse. “?Qué buena, Guille! Ferrari negra. Tapizado blanco. Todo como querías, Diego. La pagué 470 (mil dólares) y se la cobré un palo (1 millón de dólares)”, contó su representante. ?Qué le respondió Maradona? “Comprate una”, le contestó el número 10 de Argentina. “No, si ya tengo la otra”, respondió Guille.
Todo estuvo bien hasta que el astro argentino se dio cuenta de que el nuevo modelo no tenía estéreo. Y que la puerta del conductor no estaba tapizada. Maradona puso el grito en el cielo. “Diego, es un auto de carrera. No la tapizan, le quitan peso, ?entendés? No sé cómo tiene espejo retrovisor. No tiene nada. El auto es de carrera”, le comentó Coppola.
Acto seguido, ofuscado por no tener las prestaciones que él se imaginaba en su nueva Ferrari, Diego respondió como Maradona. “?Ah, es de carrera? ?Ferlaino, usted y Coppola se pueden meter esta Ferrari en el…”, contestó el 10. Según el propio ex mánager, al día siguiente al nuevo auto se le instalaron todos los cambios que había pedido el por entonces mejor futbolista del planeta. Con el correr del tiempo, aquella joya del mundo Ferrari quedó en manos de un coleccionista espa?ol de autos de alta gama hasta que la vendió por una suma cercana a los 250 mil euros, con apenas 20.000 kilómetros.
Según cuenta la leyenda, el reconocido actor de Hollywood Sylvester Stallone también tuvo en su poder una Ferrari de color negro. Otro que se acopló al pedido del hombre que encarnó al famoso personaje de Rocky Balboa fue Michael Jordan, el legendario basquetbolista de los Chicago Bulls que ganó seis anillos de la NBA. ?Hay más? Otro que tuvo en su poder este exclusivo modelo fue el ya desaparecido Michael Jackson.
Pero la primera fue la de Pelusa, que adaptó la joya a la altura de su mito.